Marmota alpina (M. m. marmota)
Molló Parc
Marmota alpina (M. m. marmota)
Parc Animalier des Pyrènees
LINNAEUS, 1758
La marmota común o alpina (Marmota marmota) es un roedor de grandes dimensiones. propio de las regiones de alta montaña de los Pirineos, los Alpes y los Cárpatos. Mide entre 60 y 90 cm de longitud, son contar la cola, que es corta, y alcanza un peso de hasta 9 kg, si bien en general los ejemplares se hallan dentro de la franja de los 4 a los 7 kg. Es el roedor más grande de Europa.
El cuerpo es rollizo y de consistencia maciza, con unas patas anchas y cortas y una cabeza de tamaño relativamente pequeño y formas redondeadas. En la cabeza, a ambos lados de la cara, brillan dos grandes ojos de color negro y, justo detrás, en los laterales de la parte superior, aparecen las orejas, muy reducidas y de forma redondeada. En el centro del hocico, una gran nariz y bajo ella la boca que deja entrever los incisivos superiores, muy desarrollados. Al igual que los demás miembros de la familia de los Esciúridos a la que pertenecen, las marmotas tienen el sentido de la vista muy desarrollado. El pelaje es denso y de mediana longitud, de una tonalidad gris pardusca, muy variable entre los distintos individuos.
Viven formando colonias familiares en las praderas alpinas y subalpinas, preferentemente en las situadas en la vertiente de solana. Construyen verdaderas ciudades subterráneas, con varios túneles acabados en cámaras ensanchadas, de 60 a 70 cm de diámetro, en las que acumulan hojas y vegetación para tener un fondo mullido y cómodo donde descansar. Estos túneles, denominados también huras y que pueden llegar a tener hasta 10 m de profundidad, presentan derivaciones secundarias y salidas de emergencia, formando un auténtico entramado subterráneo. Para construirlos, escarban con las patas delanteras a la vez que van comprimiendo con su cuerpo la tierra suelta que se desprende. A veces, con las patas traseras también empujan el exceso de tierra hasta la salida.
El cuerpo es rollizo y de consistencia maciza, con unas patas anchas y cortas y una cabeza de tamaño relativamente pequeño y formas redondeadas. En la cabeza, a ambos lados de la cara, brillan dos grandes ojos de color negro y, justo detrás, en los laterales de la parte superior, aparecen las orejas, muy reducidas y de forma redondeada. En el centro del hocico, una gran nariz y bajo ella la boca que deja entrever los incisivos superiores, muy desarrollados. Al igual que los demás miembros de la familia de los Esciúridos a la que pertenecen, las marmotas tienen el sentido de la vista muy desarrollado. El pelaje es denso y de mediana longitud, de una tonalidad gris pardusca, muy variable entre los distintos individuos.
Viven formando colonias familiares en las praderas alpinas y subalpinas, preferentemente en las situadas en la vertiente de solana. Construyen verdaderas ciudades subterráneas, con varios túneles acabados en cámaras ensanchadas, de 60 a 70 cm de diámetro, en las que acumulan hojas y vegetación para tener un fondo mullido y cómodo donde descansar. Estos túneles, denominados también huras y que pueden llegar a tener hasta 10 m de profundidad, presentan derivaciones secundarias y salidas de emergencia, formando un auténtico entramado subterráneo. Para construirlos, escarban con las patas delanteras a la vez que van comprimiendo con su cuerpo la tierra suelta que se desprende. A veces, con las patas traseras también empujan el exceso de tierra hasta la salida.
Marmota alpina (M. m. marmota)
Parc Animalier des PyrèneesMarmota alpina (M. m. marmota)
Zoologischer Garten Berlín
Las marmotas son de hábitos diurnos, asomándose al exterior cuando el sol ya está bien alto en el cielo. Son animales muy recelosos. Tras comprobar durante un buen rato la ausencia de depredadores merodeando por la zona, acaban de salir de sus guaridas, pero sin alejarse demasiado de la entrada a la galería, de manera que ante el más mínimo asomo de peligro, en pocos segundos vuelven a esconderse bajo tierra. En general no se alejan más de 100 m de sus refugios y mientras la mayoría de los individuos se alimentan de hierbas y bulbos de la pradera o simplemente descansan tendidos al sol, unos cuantos permanecen en guardia, vigilando la posible llegada de algún enemigo. En caso de aparecer, los vigías emiten un agudo chillido que sirve de aviso a todos los miembros de la colonia, y en pocos segundos desaparecen bajo tierra, quedando escondidos a buen recaudo. Aun así, siempre hay alguna baja, pues sus principales enemigos naturales, las aves rapaces, logran sorprenderles volando alto y poniéndose contra el sol, de modo que los vigías no detectan su presencia.
El período del celo tiene lugar durante la primavera, hacia finales de abril o a principios de mayo. Algunos machos se enfrentan o luchan entre sí, pero estas escaramuzas muy raras veces acaban en algo serio. Las parejas no tardan en formarse y se mantendrán unidas durante toda una temporada para formar una familia.
Tras el apareamiento, y después de una gestación de unas cinco semanas, las hembras traen al mundo una camada de entre 2 y 7 crías, aunque por regla general suele ser de 4-5. El parto tiene lugar en las cámaras ensanchadas que se hallan en la parte principal de la madriguera, y las crías nacen desnudas y ciegas, por lo que permanecen dentro del cubil unas cuatro semanas, hasta que se encuentran suficientemente desarrolladas para poder huir en caso de necesidad una vez en el exterior.
La madre cuida de su prole durante dos temporadas enteras, sin entrar en celo el segundo año. Tras ese período en que son cuidados por sus padres, los jóvenes adquieren la madurez sexual y abandonan su familia para crear una propia. Durante todo su desarrollo, los jóvenes juegan constantemente, simulando peleas entre ellos, en las que se apoyan sobre las patas traseras y se empujan entre sí con la parte anterior del cuerpo. De este modo van adquiriendo fuerza y aprendiendo las pautas de comportamiento social que tan importantes serán más tarde para su vida en el seno de la colonia.
En otoño, hacia mediados de octubre y ante la llegada de los primeros fríos, las marmotas se retiran al interior de sus confortables galerías, taponan las salidas con fango, piedras y hierba y se acomodan en las cámaras centrales, donde permanecerán durante los meses invernales hibernando, sumidas en un profundo sueño. En cada galería dormitan unos 15 individuos de una misma familia, que al estar apelotonados se dan calor unos a otros.
Durante estos meses, la temperatura del cuerpo desciende hasta los 7ºC, de manera que se minimiza el gasto energético y eso les permite sobrevivir sin comer en los seis meses que dura su letargo. Cuando en primavera llega de nuevo el buen tiempo y la pradera se vuelve a llenar de vida, lo que suele suceder hacia mediados del mes de abril, se despiertan del sueño hibernal, despejan la entrada de sus madrigueras y, saliendo al exterior, comienzan una nueva temporada, alimentándose rápidamente para recuperar fuerzas.
El período del celo tiene lugar durante la primavera, hacia finales de abril o a principios de mayo. Algunos machos se enfrentan o luchan entre sí, pero estas escaramuzas muy raras veces acaban en algo serio. Las parejas no tardan en formarse y se mantendrán unidas durante toda una temporada para formar una familia.
Tras el apareamiento, y después de una gestación de unas cinco semanas, las hembras traen al mundo una camada de entre 2 y 7 crías, aunque por regla general suele ser de 4-5. El parto tiene lugar en las cámaras ensanchadas que se hallan en la parte principal de la madriguera, y las crías nacen desnudas y ciegas, por lo que permanecen dentro del cubil unas cuatro semanas, hasta que se encuentran suficientemente desarrolladas para poder huir en caso de necesidad una vez en el exterior.
Marmota alpina (M. m. marmota)
Zoologischer Garten Berlín, Alemania, 05/2019La madre cuida de su prole durante dos temporadas enteras, sin entrar en celo el segundo año. Tras ese período en que son cuidados por sus padres, los jóvenes adquieren la madurez sexual y abandonan su familia para crear una propia. Durante todo su desarrollo, los jóvenes juegan constantemente, simulando peleas entre ellos, en las que se apoyan sobre las patas traseras y se empujan entre sí con la parte anterior del cuerpo. De este modo van adquiriendo fuerza y aprendiendo las pautas de comportamiento social que tan importantes serán más tarde para su vida en el seno de la colonia.
En otoño, hacia mediados de octubre y ante la llegada de los primeros fríos, las marmotas se retiran al interior de sus confortables galerías, taponan las salidas con fango, piedras y hierba y se acomodan en las cámaras centrales, donde permanecerán durante los meses invernales hibernando, sumidas en un profundo sueño. En cada galería dormitan unos 15 individuos de una misma familia, que al estar apelotonados se dan calor unos a otros.
Durante estos meses, la temperatura del cuerpo desciende hasta los 7ºC, de manera que se minimiza el gasto energético y eso les permite sobrevivir sin comer en los seis meses que dura su letargo. Cuando en primavera llega de nuevo el buen tiempo y la pradera se vuelve a llenar de vida, lo que suele suceder hacia mediados del mes de abril, se despiertan del sueño hibernal, despejan la entrada de sus madrigueras y, saliendo al exterior, comienzan una nueva temporada, alimentándose rápidamente para recuperar fuerzas.
Marmota alpina (M. m. marmota)
Molló Parc
Marmota alpina (M. m. marmota)
Parc Animalier des Pyrènees
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